Jemella Chambers, por ejemplo, tiene 11 años y es una de los 650 estudiantes que reciben un portátil de Apple cada mañana en una escuela pública de Boston. Desde la segunda fila de la clase, teclea los deberes de matemáticas en un programa educativo de animación que le parece similar a un videojuego.
"Es cómodo", dijo del programa de Scholastic FASTT Math, en el que ella y sus compañeros compiten por las mejores notas completando ecuaciones matemáticas. "Esto me hace aprender mejor. Es como jugar a un juego".
En su colegio, la Escuela Intermedia Piloto Lilla G. Frederick de Boston, no hay libros de texto. Los estudiantes reciben portátiles cuando llegan cada mañana y los devuelven al salir. Profesores y estudiantes tienen blogs. El personal y los padres charlan con programas de mensajería instantánea. Los deberes se envían electrónicamente a través de la página web del colegio.
"Mi perro se ha comido los deberes" no vale de excusa aquí.
El experimento en este colegio comenzó hace dos años y ha costado unos dos millones de dólares. El trabajo de clase se hace en aplicaciones gratis de Google como Google Docs, software educativo especializado como el FASTT Math o programas como el iMovie de Apple.
A diferencia de los colegios tradicionales, los alumnos del Frederick trabajan a niveles muy distintos en la misma clase. Los niños con necesidades especiales se sientan al lado de los estudiantes adelantados. Los ordenadores registran una gama de niveles de aptitud y permiten a los profesores centrarse en las áreas en las que sus alumnos flaquean, según la directora del colegio, Debra Socia.
CURSOS ONLINE
También Internet es un vehículo para el cambio. El año pasado, un millón de personas se apuntaron a clases online en Estados Unidos, 22 veces más que en 2000, según el Consejo Norteamericano de Enseñanza Online, un organismo del sector.
Pero esto es sólo el principio, según Michael Horn, director de educación de Innosight Institute, un grupo de expertos sin ánimo de lucro, y que es coautor de "Disrupting Class: How Disruptive Innovation Will Change the Way the World Learns", un libro sobre la tecnología afectará a la educación en el futuro.
"Nuestras previsiones muestran que el 50 por ciento de los cursos de instituto se impartirán online para 2013. Ahora mismo es en torno al uno por ciento", afirmó.
En su colegio, la Escuela Intermedia Piloto Lilla G. Frederick de Boston, no hay libros de texto. Los estudiantes reciben portátiles cuando llegan cada mañana y los devuelven al salir. Profesores y estudiantes tienen blogs. El personal y los padres charlan con programas de mensajería instantánea. Los deberes se envían electrónicamente a través de la página web del colegio.
"Mi perro se ha comido los deberes" no vale de excusa aquí.
El experimento en este colegio comenzó hace dos años y ha costado unos dos millones de dólares. El trabajo de clase se hace en aplicaciones gratis de Google como Google Docs, software educativo especializado como el FASTT Math o programas como el iMovie de Apple.
A diferencia de los colegios tradicionales, los alumnos del Frederick trabajan a niveles muy distintos en la misma clase. Los niños con necesidades especiales se sientan al lado de los estudiantes adelantados. Los ordenadores registran una gama de niveles de aptitud y permiten a los profesores centrarse en las áreas en las que sus alumnos flaquean, según la directora del colegio, Debra Socia.
CURSOS ONLINE
También Internet es un vehículo para el cambio. El año pasado, un millón de personas se apuntaron a clases online en Estados Unidos, 22 veces más que en 2000, según el Consejo Norteamericano de Enseñanza Online, un organismo del sector.
Pero esto es sólo el principio, según Michael Horn, director de educación de Innosight Institute, un grupo de expertos sin ánimo de lucro, y que es coautor de "Disrupting Class: How Disruptive Innovation Will Change the Way the World Learns", un libro sobre la tecnología afectará a la educación en el futuro.
"Nuestras previsiones muestran que el 50 por ciento de los cursos de instituto se impartirán online para 2013. Ahora mismo es en torno al uno por ciento", afirmó.